Reflexionemos.
No es fácil habituar a los niños
a pedir permiso, por favor o a dar las gracias, si los mayores que están
a su alrededor no lo hacen.
Sabemos que un niño no es un
adulto en miniatura, aún no ha completado su desarrollo emocional y
tenemos que ayudarle a reconocer los sentimientos de los demás, y a
poner en práctica los buenos modales, imprescindibles para la
convivencia.
Para los niños, hacer amistades
no es fácil, ellos tienen que aprender a acercarse, observar sus
reacciones, sugerir juegos, colaborar, intercambiar información,
preguntar, contestar, esperar turnos y toda una gama de normas sociales.
Esta etapa es fundamental para la
vida futura.
¡Permiso¡ ¡Por favor¡ ¡Gracias¡,
se aprenden si se practican.
Los padres y docentes tenemos que establecer cómo deben comportarse y dónde están los límites de
lo permitido. Los niños no adivinan si no les
decimos qué se puede y qué no.
Los padres en casa y los docentes
en el la escuela deben favorecer actitudes de buenos modales. ¡Permiso¡
¡Por favor¡ y ¡Gracias¡, hay que usarlos en forma habitual, en las
acciones cotidianas, al entrar al baño o a otra habitación, y cuando
queramos que nos alcancen algo, o al entrar a una tienda.
Es importante que los niños las
aprendan, pero es más importante que los mayores las practiquen.
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